martes, 22 de mayo de 2012

¡Gibraltar British! ¡Pishaaa!

Lo llevamos crudo. Para los ingleses, el peñón es una fortaleza de venganza, un zurullo humeante frente a la puerta de casa del vecino, un mojón repleto de moscas en medio del jardín. Ya conocéis mi amor por estos individuos, ya he escrito en este blog algo sobre ellos. Lo intentaron una y otra vez durante casi 300 años, y no pudieron hacer nada más que quedarse con alguna que otra isla a lo largo de toda la costa de América Central y América del Sur. No se pueden quitar de su culo, el pepino de nuestra supremacía económica y militar, durante más de dos siglos largos.

A la Casa de Borbón les debemos muchas cosas, entre otras el desastre de la guerra de sucesión, claro que tampoco se queda atrás la Casa de Austria, cuyo último rey Carlos II, fue incapaz de todo punto de gobernar y procrear. Que este pueblo no ha tenido gobernantes a su altura es la pura verdad, salvo contadas y honrosas excepciones. Cuando Felipe V, en 1701 entra en Madrid, ya se perfilaba la tragedia de un enfrentamiento de las potencias europeas, deseosas de los recursos del Imperio Español. Pero la verdadera desgracia fue el enfrentamiento del pueblo español, dividido entre los Borbones y los Austrias, estos últimos apoyados por la Corona de Aragón, además de por la Gran Alianza de La Haya (Holanda, Gran Bretaña y Austria). A mi entender, esta confrontación civil plantó la semilla de los desencuentros, que de una u otra manera, han llegado hasta nuestros días, y fue el verdadero éxito de los enemigos de una España, que después del Tratado de Utrecht (1713), paso a ser de segunda fila, hundiéndose hasta los últimos puestos en la presencia internacional, al día de hoy.

La verdadera beneficiaria de todo este movimiento fue Inglaterra, que obtuvo lo que no pudo conseguir hasta ese momento, además de Gibraltar y Menorca, privilegios de comercio con los territorios americanos de la Corona de España. La importancia estratégica de Gibraltar, para el Reino Unido, no tenía ni tiene discusión; el "portero" de la puerta del Mediterráneo y la costa africana a dos pasos. Gibraltar ahora es como toda una gran flota naval, anclada en el "Mare Nostrum".

Difícil solución tiene este contencioso. La introducción de la soberanía popular gibraltareña en los foros de discusión, no aporta nada bueno para las pretensiones españolas. Este es el juego del Reino Unido; ir dando más autonomía a la colonia, para lograr alejarse de las posiciones de negociaciones bilaterales con el Reino de España. No hay duda de que es una gran estrategia y que funciona.

La única manera de romper esta dinámica, pasa por jugar bien las únicas cartas que tenemos:

- Relaciones europeas. Presión de los socios comunitarios; vamos lo que se llama diplomacia. Ya tenemos el modelo de Hong Kong.

-De vez en cuando ser un poco "mosca cojonera".  El gobierno británico, tiene que recibir alguna colleja molesta, que no se olviden que hay que llegar a una solución.

- De ningún modo reconocer la soberanía del gobierno de Gibraltar; ni caso.

Preguntar a los gibraltareños sobre si quieren ser españoles, es un suicidio seguro. Como van a querer formar parte de un estado en plena disolución, hundido en la miseria, sin identidad histórica, machacado por la leyenda negra y publicidad anglosajona, vigente en nuestros días, (os propongo que descubráis en este fragmento de la película Piratas del Caribe, quién son los supuestos representantes de la piratería ibérica.)


si pueden ser británicos con numerosos beneficios fiscales, el sol del sur de España, "pescaitos fritos", buen vino...

¿Gibraltar español? ¡Anda ya! ¡Gibraltar British! ¡Pishaaa!


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