viernes, 20 de abril de 2012

Hoy cumplen 18 años, dos de mis hijos.

Sí, son mellizos. Nacieron con una diferencia de veinte minutos, como podrían haber nacido con dos años de espera. Diferentes en su género, en el color de sus ojos y pelo, en su forma de afrontar la vida, en sus acciones, en sus pensamientos, en sus aficiones. Diferentes al fin y al cabo. Cuando llegaron, se implantaron en mi vida de sopetón, con firmeza, clavando sus miradas en mi retina. Jaime, ya transmitía cierta relajación, cierto compromiso con la moderación de energías, sin prisas, degustando el ambiente, acomodándose al entorno y reconociendo con tranquilidad el posible área de influencia. Candela, por contra, parecía que acababa de caer de un trapecio, y necesitaba volver a intentarlo, o cambiar de reto extremo, sin pensar mucho en las consecuencias, solo en la necesidad de acción y movimiento, aferrada a la velocidad, al ritmo lanzado de su pequeño corazón.

Y así han crecido, cada uno por su lado de la vida. Cada uno con su visión del mundo y lo que de él esperan. Porque eso entiendo y deseo, que esperen algo de la vida, pero buscándolo sin parar, sin sentarse sobre sus derrotas o conformarse con sus victorias. Va llegándoles la madurez y la hora de ir tomando más responsabilidades sobre sus acciones, sobre sus ilusiones, sobre sus miedos. Las decisiones que han ido tomando, ya tienen resultados. Creo que ya han comprobado el principio de acción-reacción. Es verdad que acaban de empezar, que tienen toda una vida por delante, pero lo que no se puede enseñar, ni demostrar fácilmente, es que el tiempo viaja a la velocidad de la luz.

Os quiero mucho, hijos. Os quiero  desde que solo erais un concepto, una idea, un futuro. Bien sabéis que nunca he ahorrado en abrazos, o en palabras de amor paternal.  Tampoco he sido timorato a la hora de tratar de educaros, de enseñaros, de presentaros una forma de vida, un cúmulo de valores. Ahora ya cada día que pasa deberéis ser más vosotros, y menos otros.  Poco puedo ya hacer, salvo estar siempre ahí; abierto de par en par, dispuesto a luchar a vuestro lado, con todas las ganas y el coraje, siempre que así lo deseéis.

Lo único que me ha movido siempre en vuestra educación y en nuestra relación como padre e hijos, aquello que me puede hace feliz sin ser estúpido, es que logréis una vida lo más llena posible. No es solo una cuestión de tener una buena formación, de tener opinión y criterio, que también, ni mucho menos que aspiréis a la acumulación de objetos, o riquezas, o lujos innecesarios. Lo que realmente he intentado e intentaré, es daros las herramientas necesarias; académicas, humanas y sociales, para que podáis vivir disfrutando de cada día, para que salgáis reforzados de los fracasos, y que hagáis lo que hagáis, le pongáis pasión y compromiso. No os olvidéis del amor, de ese amor que va más allá del que profesáis o profesaréis por vuestra pareja. No lo confundáis nunca con otros sentimientos, o con los deseos propios de la naturaleza del  hombre. Apreciarlo en su magnífica naturaleza, aquella que arropa a todo lo que os rodea. El amor está en la belleza del ofrecer, del dar; del devolver una parte de vuestros privilegios y dones. En vuestra fuerza, razón y conocimiento, hallareis la forma y manera de hacerlo. Pocos son los elegidos para cambiar el mundo, y además creo que siempre han sido casualidades; singularidades. No hace falta ser héroes. No siempre son necesarios grandes gestos; una palabra, una acción generosa, serán suficientes para comprobar cómo el amor es lo que mueve el mundo en toda su magnitud, recompensando a aquellos que lo promueven y lo difunden.

Es un día de gran alegría para mí. Nada hay más satisfactorio, más enriquecedor que ver crecer a los hijos. Ya sé que por el camino, hay tropezones y caídas, disgustos y desilusiones, pero también múltiples motivos de orgullo y júbilo. Hoy es un día para celebrar, para disfrutar del camino recorrido, para mirar con optimismo lo que aparece por el horizonte, pero también para reflexionar sobre los pasos dados y no dados, una vez superada la fiesta y el fasto propio de la fecha.

Pero hoy, nada ni nadie puede nublar este día.

¡Felicidades hijos! ¡Os quiero mucho!

Un clásico. Esta vez con imágenes.
http://www.youtube.com/watch?v=MmEssc2wTOw

1 comentario:

  1. Muchas gracias padre,es increible lo que escribes y como resulta tan emocionante mirar atrás y ver toda tu vida,tu lo has dicho,a la velocidad de la luz,te quiero mucho.
    Tu hija,Candela.

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