viernes, 10 de febrero de 2012

Doparse o no doparse, esa es la cuestión.

El término doparse, aceptado por nuestra Real academia, es un termino anglosajón, aunque apropiado de un término de una tribu sudafricana. El verbo es :"To dope", Dopar, o lo que es lo mismo en castellano: drogarse.
Ya tenemos que quién inventó esa aplicación para el deporte fueron los anglosajones... ¡Qué casualidad!
Pero eso no significa, que como todos los inventos de estos chicos, algunos de ellos robados y apropiados indebidamente, se expanda por otras latitudes, llegando a la nuestra y a la de la Conchinchina (sí, nosotros también estuvimos en el Mekong, esta vez junto a nuestros "amigos" franceses, y antes que los americanitos, y sus películas de Vietnam).
El dopaje nos acompaña en la historia humana desde que entendimos, que además de ser lo que comemos, necesitábamos de algún elemento nutricional que nos hicieran más fuertes, más ágiles y más resistentes. Nuestros padres griegos, para competir en las olimpiadas, se metían de todo; hongos, semillas, mezclas con miel... así terminó Filípides tras inaugurar la Maratón; duró lo justo. Hasta los romanos "pinchaban" a los caballos de sus cuadrigas, para ganar las carreras. Vaya, vaya, así que los fundadores de las olimpiadas y de toda nuestra cultura occidental, recibían la corona de olivo con las pupilas como ruedas de camión minero.
Como bien sabéis, hay una corriente que propone la liberalización de algunas drogas, porque otras ya lo están; como el alcohol, la cafeína, el azucar, la nicotina... De esta manera, además de romper las lineas de financiación de toda clase de grupos mafiosos, se controlaría el consumo y la calidad de la composición. Yo he apoyado esa propuesta siempre, pero también voy más allá; la propongo para el deporte profesional.
En mi época de ciclista aficionado de MTB (Bicicleta de Montaña), tuve contacto con médicos deportivos y en el ambiente se daba por supuesto que la verdadera lacra del dopaje está en el mundo de los aficionados. Al menos los profesionales, tienen un médico que vela porque no se traspasen los niveles admitidos. Acordaros de Pantani, le pillaron porque su hematocrito estaba en el 52%, cuando lo permitido es 50%. Si tenéis a mano un análisis de sangre por ahí, mirad vuestro porcentaje: ¿40%/45%?. No hay mucho más que decir.
Permitir toda clase de drogas, conlleva un grave problema de responsabilidad personal, y profesional. Es decir, responsabilizarse uno de su vida y de sus actos. Cuanto un piloto de Moto GP, o un piloto de Fórmula 1 se acoplan a su máquina, están aceptando la posibilidad de morir en alguna vuelta. La diferencia entres esos deportistas y el velocista de los 100 metros que va "nivelado" de esteroides, es que este no tiene toda la información que requiere afrontar una situación de riesgo, con probabilidad de muerte. Aquellos; en una vuelta de ese día, estos; en unos años.
Quizá llegue tarde esta proposición, porque en algún laboratorio, se estará ya probando una "droga" indetectable: la genética.

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