viernes, 23 de marzo de 2012

¿Es correcto el modelo actual de ayuda humanitaria?

Nos regimos por las noticias que leemos y escuchamos. Ahora toca el Sahel. Hace unos días era el Cuerno de África, y hace unos meses Haití. Son noticias cíclicas, que lavan la conciencia de quién las propaga, y de quién las escucha con honda preocupación. Dejadme decir una cosa que no va a sentar bien; esta forma de actuar es como la de aquellos que dan una limosna a la puerta de la iglesia, compra unos pañuelos en un semáforo, o paga 20 euros al año a una ONG.

Hay mucha gente que de verdad hace esta clase de cosas con la intención de mejorar el mundo, aunque sea de una manera cándida y enternecedora, pero poco eficaz. Otros muchos se aprovechan, y enmascaran su viajes de aventura, llevando "dos kilos de azúcar" a algún país africano, viajando gratis, claro. Otros reclaman un aumento de las ayudas en la calle, vociferando 0,7% ; seguro que la gran mayoría todavía no paga a la Hacienda Pública, o no ha pagado ni pagará nunca, y quiere forzar el cómo gestionar un dinero que no es suyo.  Mención aparte tienen las ONGs. Os ruego echéis un vistazo a esta página. Comprobad las subvenciones millonarias, que salen de nuestros bolsillos, y también los gastos de gestión, captación, publicidad... vamos los sueldos y gastos de lo que allí trabajan, porque cobran, y ya que hacemos públicos los sueldos de directivos y diputados, deberíamos hacerlo también con los sueldos de los gestores de todas las ONGs.
http://ong.consumer.es/

¿Es correcto el modelo de ayuda humanitaria que Occidente proporciona? No, y rotundamente no. Es un jodido paripé, en donde todos tenemos nuestra participación. Desde los gobiernos, pasando por las ONG, siguiendo con los medios de comunicación, y terminando en una población que sabiendo que tiene que hacer algo, opta por lavar su conciencia como pueda. Solo ya decir "ayuda humanitaria", descalifica nuestra actuación. No deja de ser un eufemismo de limosna, y así no se arregla nada.

Eliminar por completo las ayudas, en el sentido que las entendemos ahora, no sería en absoluto, una posición aplaudida en los salones de esa parte de la sociedad que se apropia de generalidades, como el "no a la guerra", "paz en el mundo", "no a las fronteras"... en fin, algo en lo que todos estaríamos de acuerdo y desearíamos, si no fuera porque la realidad es muy dura y deja en meras conversaciones y teorías todas estas buenas intenciones. Pero esa solución, que ya os digo yo que no va la van a ver mis ojos, contiene una semilla positiva y necesaria para el desarrollo de cualquier organismo vivo e inteligente de este planeta.
Los avances del mundo occidental, sobre todo la higiene y la sanidad, han permitido un cambio radical en la mortalidad de los países del tercer mundo, y en su esperanza de vida. Podéis comprobarlo en esta página.

Aunque la tasa de natalidad ha bajado, es mucho más elevada que en Europa, (34 nacimientos por año y por cada 1.000 habitantes, mientras que Alemania esta en 8 y España en 10). Lo que no ha remitido, es el número de nacimientos, por lo que unido a la mejora de las otras variables demográficas, convierte a África en un continente con un desajuste patente entre población y recursos. Tema importante el de los recursos. Todos los seres vivos tienden a equilibrar ese binomio, para no incurrir en desequilibrios que pueden incidir en la aniquilación total de una especie. Nosotros, los humanos, hemos introducido una variable nueva que rompe esa equidad: solidaridad. Esta solidaridad es como mantener a un enfermo con un vial alimentario y sanitario permanente.

Seamos serios, nuestra actual comodidad y en cierto sentido, derroche, es gracias a una evolución que nos ha costado miles de años. En esa evolución hemos aprovechado todos los recursos que nuestra tecnología y avances nos han permitido. Nos ha costado millones de muertos, y cambios traumáticos en grupos humanos con culturas desaparecidas. Bueno o malo, es lo que somos, y lo que hemos conseguido. Desde un punto de vista antropológico, la gran mayoría de las sociedades del tercer mundo, siguen en el neolítico, con una sociedad estructurada en tribus o grupos humanos etnicamente diferenciados, economías agropecuarias de subsistencia, y pobre o nula tecnología. En aquellos que han abrazado la religión musulmana, hay alguna referencia a la Edad Media del siglo VIII. La poca evolución que han  tenido, ha sido gracias a una aculturación debida a su contacto con el mundo occidental, o por la intervención de este en sus sociedades.

Nos enfrentamos a un gravísimo problema a medio y largo plazo. Llevar al límite la solución que reclaman algunos sectores occidentales, llamados progresistas, sería la involución de las culturas más avanzadas, en favor del rescate forzado de los más atrasados. Porque sus planteamientos, si son reales, y no solo de boquilla, pasa por la apertura total de fronteras, y la redistribución de la riqueza. Si queremos provocar su propia evolución, o al menos que puedan elegir su futuro, tenemos que dejar el modelo de las ayudas, pero también tenemos que dejar de querer implantarles la democracia., y sobre todo  parar el comercio de las armas. Los mejores aliados de los países y traficantes que venden armas al Tercer Mundo, son los que reclaman mas ayudas y más dinero a esos países. Esas ayudas y ese dinero, termina sirviendo para armar y mantener a grupos de humanos neolíticos, con un poder de matar inimaginable para un coetáneo del 8000 a.C.

Difícil salida.

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