jueves, 1 de marzo de 2012

Una de restauración de muebles. No todo va a ser política y economía

Recién llegados a esta casa, observamos como en la entrada que da a la calle, estaba aparcado un mueble zapatero humilde, de madera de pino y manufactura sencilla. En sus buenos tiempos, seguro que contaba con alguna mano de barniz o cera, pero ahora solo estaba la madera desnuda y sin ninguna protección; medio abandonado a una media intemperie.
Pensar que los objetos tienen alma, no es algo en lo que yo crea, pero los objetos, como las casas, parecen acumular las experiencias de sus uso y de sus poseedores; viven porque sirven para un cometido, envejecen y muchos de ellos mueren sin más, desaparecen en su forma y vuelven a su esencia.




Me dio pena, y a la vez me pareció una oportunidad para iniciarme en el mundo de la restauración.

Así que me puse a recopilar información y una vez, más o menos decidido como lo quería revivir, compré los materiales:

-Guantes de látex.






-Mascarilla de seguridad.

-Lijadora.

                                                                         -Brochas.


-Cinta de pintor.
                                                             -Cola para madera. (En caso necesario)
-Betún de Judea

                                                                 -Gasa para barniz.

-Base y Pintura para craquelar.






-Cera virgen y paño.
-Disolvente universal.






Bueno, pues con todos los materiales en mi poder,  me puse ropa vieja, me coloqué los guantes y la mascarilla, y me dispuse a lijar con la máquina, todo el mueble.




Comencé lijando la estructura, el cuerpo. Una vez hecho esto, y limpió del polvo del lijado, extendí el betún de judea  sin diluir, utilizando las gasas. Traté de darle un tono uniforme, para ello hay que extenderlo con rapidez y en el sentido de las vetas de la madera. Tarda un poco en secar, yo lo dejé 24 horas. Una vez seco, le di una mano de cera virgen sin color, para proteger la superficie.

Continué con las puertas, pero como quería dar un acabado diferente a la rejilla y al marco, procedí a cubrir los perfiles con cinta de pintor:

Esta vez utilicé, para la rejilla de esta puerta, el betún de judea diluido con un poco de disolvente universal, y lo apliqué con una brocha.

También lo dejé secar 24 horas. Al día siguiente, quité la cinta de pintor, y repasé con la lijadora los bordes del marco, en donde había traspasado un poco de betún.

Ahora me enfrentaba a la técnica del "craquelado", o cuarteado, como diríamos los castellanos viejos. Esta técnica, se basa en una terminación  cuarteada, dando una imagen cuidadamente vieja.


Primero hay que extender una capa base, con brocha, de consistencia pegajosa, muy parecida a la cola.


Tras una hora, más o menos, se vuelve transparente y ya se puede aplicar la pintura. Yo no añadí, ningún tinte, pero se puede hacer. Hay que diluir el tinte elegido tanto en la base como en la pintura, o también se puede combinar la tintura base con la de la pintura final.

Cuanto más espesa sea la capa de pintura final, más se notará el cuarteado. A mí me quedó poco definida.


A la media hora, ya comienza a cuartearse la pintura y a las dos horas, procedí al montaje. Este es el resultado final:













Si amplías las fotos podréis ver mejor los detalles.

Bueno, pues eso es todo. Ya he contribuido, con un granito de arena, a los postulados del "decrecimiento" (ver la entrada de mi blog)



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