martes, 6 de marzo de 2012

Queronea. Un poquito de historia para descansar del día a día.

Galo Moribundo, o Galo Capitolino.  La obra de la foto es una copia romana en mármol. La pieza original fue creada, por un autor desconocido de la Escuela de Pérgamo: reinado de Atalo I. El monarca ordenó realizar una serie de vencidos para conmemorar su triunfo militar en el año 225 a.C.

Esta escultura no representa a ninguno de los bandos de la batalla de Queronea, pero creo que puede representar, con gran fuerza, sentimientos y pensamientos de los que se ven derrotados tras una durísima batalla; como a lo largo de la vida. El Galo está vencido, pero el autor deja ver un atisbo de esperanza;  herido, pero aun vivo.

Me he permitido una breve recreación ficticia, sobre una pareja de soldados pertenecientes al Batallón Sagrado de Tebas (ἱερὸς λόχος) . Este batallón, estaba formado por 150 parejas de soldados amantes, todos masculinos. Estuvo activo casi 30 años, hasta el día en el que se desarrolló esta batalla, en la que perecerion todos.  Con esta victoria, Filipo II y su hijo Alejandro Magno, acabaron con las ciudades-estados griegos.
La historia cuenta, que mientras el ejército tebano huía ante la superioridad macedonia, el Batallón Sagrado rodeado, luchó hasta el final.
Sus cuerpos alineados en siete filas de dos en dos, se descubrieron en una tumba comunal en Queronea.

Plutarco describe así el secreto de este Batallón:
Para hombres de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.



Recreación propia.

No hace falta que hables, ya he sentido la cobardía de los otros. Miro a los compañeros, oigo los lamentos de los ya caídos, y me vuelvo a centrar en ti. Ahí vienen. Gritan como si no tuvieran dioses, corren como animales dispuestos a morir y a matar. El primer envite lo evitas y yo lo remato. El segundo me arranca parte de mi pecho...te miro. He visto como una vez tras otra, cubres mi costado y a tajadas rebanas los cuellos de los macedonios. Me he fijado como tu fuerte cuerpo, provocaba la muerte al ritmo de la misma danza que compartíamos en nuestras largas noches de amor. Amor mío, ahora miro tu cuerpo inmóvil, cubierto por un mezcla de barro y sangre, e intento desesperadamente llegar a ti,y abrazarte durante mi último aliento.

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