jueves, 29 de marzo de 2012

Los Gremios del XVI y los Sindicatos del XXI

La cosa está caliente. En momentos como este, se pide a nuestros gobernantes y representantes, visión de futuro, y a poder ser, que no sea una focalización egoísta. Llevo diciendo algún tiempo, que lo que se nos viene encima para los próximos cien años, por lo menos, es un cambio total de escenario. No se puede mantener un discurso, en el que se dé por supuesto, que tras esta crisis, todo volverá a ser como antes. Hay que ser necio o tener mala intención. Nada volverá a ser como lo hemos visto. El ciclo que se abre ante nosotros, es uno de largo plazo, de coyuntural...¡Nada!

Como representantes sociales, los sindicatos tienen mucha responsabilidad en ver este cambio que viene, y en saber manejarlo de tal manera, que no lleve a un enfrentamiento estéril entre los distintos poderes y el ciudadano. Los gremios artesanos del siglo XVI, no supieron ver un cambio radical en el modelo de producción artesanal. Lo querían controlar todo. Sus estrictas ordenanzas, protegían a los productores, y de esa manera creían que cuidaban la calidad de su trabajo. Pero lo que realmente protegían, era su privilegio. Maestros, oficiales y aprendices, conformaban un microcosmos, con unas reglas claras sobre el acceso a la profesión, siendo los maestros locales, los que decidían si un oficial estaba en condiciones de abrir taller. Pero el avance de la humanidad, arrolla a quién no ve que las situaciones cambian, y evolucionan. En el caso que nos ocupa, los gremios se vieron desbordados por emprendedores propietarios de tierras, que viendo como la demanda de productos agrícolas se venía abajo, utilizaron la mano de obra excedentaria del campesinado en labores artesanas, dando comienzo  al sistema de Trabajo a Domicilio. Cambió la producción, con paños de menor calidad y más baratos. Aun así, a finales del XVI hay un colapso, una terrible crisis agudizada por la aparición del peste en Europa. Aquellos que después actuaron con más audacia o celeridad, sabiendo manejar el cambio, salieron airosos, como en el modelo angloholandés: En cambio, para aquellos miedosos, que seguían aferrándose a leyes y ordenanzas, incapaces de ver más allá de sus narices, estaba reservado el fracaso y el fin de su hegemonía; este modelo fue el español.

Salvando las distancias y las circunstancias, nos volvemos a enfrentar a un cruce de caminos parecido. Los sindicatos actuales, no están capacitados para manejar ese cambio. Están sentados sobre sus prevendas y sus privilegios. Engordando con las ordenanzas y leyes del pasado. Hacen flaco favor a los trabajadores en activo, y a los que están en paro.

No hay vuelta de hoja. Nada será como antes, pero claro que se puede salir de esta. La reforma laboral, que ha provocado que los sindicatos convocasen la huelga de hoy, no está aprobada todavía por el parlamento. Se puede modificar tal y como indicaba en mi primera entrada. Lo que creo, es que los sindicatos no están capacitados para hacerlo, no tienen ni ganas, ni talento, ni voluntad. Pero sin tocar el grueso, se puede y se debe desarrollar otros puntos que el gobierno estaría dispuesto a negociar. Y por favor, olvidémonos del tema del despido y de los salarios. Sí, los salarios irán a la baja; es la única manera de ajustar una economía poco competitiva que no puede manejar una devaluación. Ningún empresario, que se precie, quiere despedir. El despido es un fracaso, es una derrota del emprendedor, de su proyecto.

Pero, algo se puede hacer...

-- Elaborar un marco en el que se regule el reparto de beneficios en las empresas, en los ciclos económicos positivos, para que reviertan en sus trabajadores.

-- Formación, con la intención de derivar toda la masa de parados de la construcción en otros sectores productivos.

--Techo de márgenes éticos. Esto es necesario para el "nuevo mundo". Las empresas tendrán que empezar a pensar en si los márgenes que aplican a sus productos y/o servicios son socialmente sostenibles.

Esto es un ejemplo de lo que hay negociar. El pasado está perdido.

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